La familia, es la gran protagonista de esta tradición, cuyos orí­genes se remontan al siglo XIX. Según información recopilado Don Juan Romero fue quien encontró la imagen del Niño Jesús a un lado del camino de herradura en medio de hierbas silvestres, quien en principio tubo cierto temor por el celestial hallazgo, cogió cuidadosamente la efigie del recién nacido entre sus manos lo cobijó y lo llevó a su casa quien viví­a en el barrio de Convento; él, regresaba de Pararca donde habí­a ido llevando frutas para intercambiar con carne, queso, papa, habas entre otros productos del lugar. Ya en el calor del hogar después de haber sido revelados por el Niño Jesús, sus familiares idearon realizarle la fiesta al Niño Jesús el 29 de diciembre de cada año; se tiene constancia de que la tradición de festejar el Dí­a del Niño se realizaba entre los familiares de Don Juan Romero, era una celebración de carácter popular y profundamente familiar, ya que se celebraba cada año entre generaciones pertenecientes a una misma familia, después se fue ampliando entre los moradores de Convento y Quinchucay.

 
Al ser consultado, Doña Flora Remicio sobre la fiesta del Niño Jesús respira profundamente traslada sus recuerdos a sus años juveniles y nos responde ante nuestra interrogante con melancolí­a, nos narra con detalles los episodios vividos y señala, “la fiesta del Niño se realizaba en la casa de mi abuelo materno Juan Romero, cuando el fallece lo realizaban sus hijos después continuaron los moradores de Convento, entre las familias que perpetuaron con la tradición son las familias: Salazar, Navarrete, Espinoza, Lizano, entre otras familias y vecinos”, concluyó.

 
La fiesta del Niño Jesús”Oh Varón”, se celebraba en la Plaza de Convento en la puerta de la iglesia después de la celebración de la Santa Misa, más tarde pasaban a la casa del Mayordomo a servirse el tradicional almuerzo; animaban la fiesta los conjuntos de huaylias y huamanguinos, al compás del arpa y el violí­n, entre cánticos y aplausos, la alegrí­a era general por la llegada del Niño y la caí­da de las primeras lluvias vaticinando un buen año venidero. También recorrí­a calles y hogares de Quinchucay, precedidos por los cargontes entraba a las casas de sus devotos bendiciéndolos y el Niño recibí­a la adoración de sus fieles.

 
El Mayordomo era quien organizaba la fiesta, mandaba celebrar la Santa Misa y sufragaba los gastos de la festividad. De los pueblos vecinos vení­an los conjuntos de huaylias, huamanguinitos y llameritos para la celebración de la fiesta, quienes se comprometí­an año tras año por su Fe al Niño Jesús “Oh Varón”; los pobladores en reconocimiento de su devoción y gratitud, les dispensaba con ví­veres, frutas y choclos, es el tradicional “jaificha” que se realizaba casa en casa, los visitantes recibí­an en sus alforjas que tal vez sustituyeran a las talegas de los primeros tiempos. Ellos se despedí­an con la frase “huatancaman”(“hasta el año que viene”).

 
Cuando el pueblo se reubica en la hacienda de Coritina, la fiesta del Niño decae casi ya no se celebraba; recién aproximadamente hace cinco años se retoma a iniciativa de la familia Merino Pinares, quienes traen a Lima la imagen del Niño para restaurarlo ya que habí­a sufrido quemaduras.

 
En la actualidad, el Niño Jesús “Oh Ovaron”, desde el mes de agosto se encuentra en la ciudad de Lima, lo trajo Carlos Merino desde entonces ha visitado varios hogares, del cual también tuve la dicha de tenerlo en casa, fue un emotivo rencuentro mis padres durante ocho años pasaron la mayordomí­a.

 
Este año promete ser una bonita celebración, gracias al fervor de sus devotos como se señala en el presente programa. El Niño Jesús, es bien milagroso, a él se le atribuyen muchos milagros, enumerarlos serí­a excesivo.

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