El huaino nomás es dulce en boca del ciego Mariano Aspilcueta, el arpista del pueblo. í‰l sí que mastica con mucho gusto al huaino. Ese artista, sí, que canta el huaino con gusto. Es para oírlo cantar. Al escucharlo, te entra una agujita muy dulce en el corazón. Y tú ya no quieres dejar de oírlo. Todos se quedan embobados, al escuchar cantar a don Mariano Aspilcueta. A veces, se quedan toda la noche escuchándolo cantar. No hay otro como ese arpista. Es el mejor músico de esta región. í‰l canta como un gorrión. Gargantea muy lindo los huainos. A pesar de ser ciego, él toca muy lindo el arpa. No sé por qué los ciegos tocan muy lindo el instrumento musical. Por ejemplo, yo conozco a un ciego que toca muy lindo la quena. Y a otro ciego que toca el violín. Parece que los ciegos cultivaran mejor la habilidad de tocar un instrumento musical. Parece que eso es muy cierto. Y, seguramente, es porque se les desarrolla mejor el sentido de los oídos. Ya no tienen necesidad de mirar sus dedos. Y tocan solo con el corazón, con el alma entera. Así es el ciego Mariano. La enfermedad de la viruela le malogró los ojos. Pero, sus dedos le han reemplazado a los ojos. í‰l mira con los dedos. í‰l mira con los oídos. Adónde sea va, tanteando a las paredes, escuchando el sonido de las cosas. Reconoce a las personas, solamente escuchándolos hablar. Antes de todos, él es el primerito que sabe de alguna visita. Antes de todos, él se entera de que está llegando la lluvia. í‰l es el primerito en enterrase de que va a haber un temblor o un ventarrón. Parece que el corazón le avisara de todo eso. Por eso, hay muchas personas que siempre van a consultarle algún problema familiar. Le piden muchos consejos para solucionar esos problemas. Y él se los sabe dar con mucha precisión. í‰l no es ningún brujo ni adivinador. Pero, sabe de estas cosas. Para tocar el arpa y cantar, don Mariano se acomoda bien, levanta la quijada, como un gorrión, y hierbabuenita que creces a las orillas de un río para que he de quererte ahora si me has de olvidar mañanaaaaaaaa… Púchika, es como para sacarse el sombrero. El huaino brota de su boca como las aguas de un manantial, con ese cristalino sonido que inunda el corazón de alegrías y tristezas. La canción tiene, por ratos, retorcimientos de angustia. Por otros ratos, el huaino se escucha como el zureo limpio de una torcaza que llama a su pareja, porque está sola en el monte, porque tiene un dolor graaaaaande que no la deja en paz. O sea, don Mariano mismo es el huaino que llora y ríe a una misma vez. Y el arpa. El arpa: ¡tiulau… taulau… tiulau… taulau…! La música suena como suena la lluvia sobre las casas y los árboles. Las cuerdas son como chorros de lluvia. Y así, don Mariano, con la mejilla pegada al clavijero del arpa, canta hierbabuenitas, yanañawichas, ayrampitos, zorzalitonegros, negradelalmas, palomitacuculíes, ingratamalpagadoras, mujercorazóndepiedras… Qué caray, no hay otro músico y cantor como él… A veces, el ciego Mariano se junta con el cholo Patachi, el charanguista del pueblo.
Ambos hacen un contraste de la granflauta. El Patachi, echa su poncho hacia atrás, se pone el sombrero a la pedrada, se frota las manos, coge el charango y lo cubre con alientos cálidos. Lo afina: san… to… do… min… go… Con la yema del dedo índice y el pulgar, le saca estos sonidos: san… to… do…min… go… Muy bien. Y ahora: ¡chaaaaallaaaang!, a tocar se ha dicho. ¡Tiulau… taulau… tiulau… taulau…! Caray, la música brota como para llorar. Los pajaritos cantan en los dedos del Patachi. La lluvia suena en el arpa del ciego Mariano. Ambos, cantan haciendo temblar la garganta. Los que los escuchan, sacan su pañuelo para limpiarse los ojos. Todos quieren llorar. Todos suspiran, con el alma y el corazón. Todos esconden el llanto en el disimulo. Se hacen los tontos, los cojudos. Pero, no pueden atajar el llanto. ¡Ay, sentimiento! Á¿Hasta cuándo seré yo el blanco del sufrimientoooooooo?… Desde mi tierna infancia de pesares me alimentoooooooo… Canta el cholo Patachi. Canta el ciego Mariano. Toca el cholo Patachi, Toca el ciego Mariano. Ambos músicos y cantores parecen estar rodeado de pajaritos. Parecen estar chapoteando en los charcos de la alborada. Parece que la lluvia, el viento, los arroyos… se hubieran puesto de acuerdo para rodear a los músicos. Los huainitos salen y salen como mariposas de un rosal. Las canciones brotan y brotan como el dulce jugo de las frutas, como caramelitos dulces desde el fondo del alma. Todos los chitis o niños nos quedamos con la boca abierta. La gente adulta, también. El cholo Patachi y el ciego Mariano son cómo dos pichinkitos cantores. Son dos gorriones que cantan huainos, yaravíes y harawis. Todo y todo cantan.
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